lunes, 28 de abril de 2008
Con ojos prestados
¡Puf!. Como pesa esta viga de hierro. Este día es muy lluvioso, el hierro está muy frío y helado, su óxido me resbala en mis manos. Vaya pasaré otra noche en la caravana, y esa gotera cuando llueve me pone muy nervioso. Si acude tan poca gente como hasta ahora, tendré que cerrar la noria. Bueno, voy a cerrar, y me iré a ver la televisión a la caravana, hasta que la lluvia pare. En ese momento me dirijo a la caravana, abro la puerta, me siento en el sofá y enciendo la televisión. Aquí en Andalucía, sólo ponen canales en español, y no en portugués. De pronto, me llega a la cara un brillante rayo de luz. Me levanto, miro por la ventana y veo un espléndido cielo azul, su calidez me lleva a emocionarme. Enseguida, cojo mi chaqueta y salgo. Voy a abrir la noria, y en cuanto la abro, viene una cola de gente a comprar entradas para subirse. En el fondo de mí intuía, que terminaría siendo un buen día.
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